Tomando como referencia las palabras del critico Leo Longanesi quien afirmaba que el verdadero cine italiano solo podría nacer yendo a filmar a las calles, Zavattini plasmo esta ideología en muchos de sus guiones como en Los Niños Miran (I Bambini ci guardano) su primera colaboración con Vittorio de Sica y en 1953 en su famosa "Tesis sobre el Neorrealismo" manifestó:
"El Neorrealismo es siempre un proceso de no-diferenciación, tiende a descubrir los derechos comunes a partir de las necesidades de la vida elemental; por eso es amor a la vida, y creo que por eso protesta contra la guerra de una forma mas profunda y natural, menos política que los alemanes, los franceses y ya no hablemos de los ingleses".
Cesare Zavattini, el fundamentalista del Neorrealismo
Directores tales como Alberto Lattuada, Giuseppe de Santis, Luigi Zampas, Pietro Germi, Luchino Visconti fueron parte fundamental del Neorrealismo, incluso un joven Fellini participo en el desarrollo del mismo desde sus comienzos y algunos de sus mas conocidos films como La Strada y Amarcord muestran esa influencia; claro esta, siempre con esas bellas viñetas de explicita poesía típicas del gran director.
Pero entre todos estos directores Vittorio De Sica (el fiel colaborador de Zavattini) fue sin lugar a dudas el mas sentimental y populista, plagando la pantalla de relatos sórdidos, personajes comunes y mostrando esa Italia decadente que trataba de volver al ruedo después de la guerra y los bajones económicos.
Vittorio De Sica: honestidad brutal
Desde sus comienzos con El Limpiabotas (Sciuscià) y llegando a la fama internacional con esa joya neorrealista llamada El Ladrón de Bicicletas (Ladri di biciclette) fiel merecedora del Oscar a la mejor película extranjera. Pero es con su film de 1952, Umberto D. (uno de los últimos resplandores del neorrealismo) que brinda una de las historias mas tierna (y cruel a su vez), jamás hecha sobre la soledad y la injusticia en el otoño de la vida.Umberto Domenico Ferrari es un ex-empleado de la administración italiana a quien la jubilación no le alcanza para subsistir, para colmo de males la dueña de la casona en donde reside amenaza con dejarlo en la calle si no consigue el dinero que le debe. Solo la fiel compañía de su perro Flike y la amistad desinteresada de Maria (la joven mucama de la casa) logran hacerlo olvidar por momentos todas sus desgracias. Habiendo vendido sus libros y su reloj para conseguir dinero, intenta desesperadamente mendigar en las calles, pero su orgullo se lo impide resultando denigrante incluso par su pequeño perro.
Usando como eje narrativo el fuerte lazo afectivo entre amo y mascota, De Sica nos transmite el sufrimiento de Umberto cuando Flike se extravía y pensando lo peor va en su búsqueda a la perrera.
Es en esta escena en que De Sica muestra cierto anacronismo con su obra anterior “El Ladrón de Bicicletas”: si para un padre y su pequeño hijo la bicicleta robada es el único sustento económico en la familia, para Umberto, Flike es su único sustento afectivo ya que carece de familiares.
Carlo Battisti, un profesor de lingüística y autor del Diccionario Etimológico Italiano, interpreta a Umberto en la que es su única actuación en la pantalla grande con una entrañable lucidez y es el quien lleva adelante la acción de la película, nos calzamos sus zapatos y vislumbramos un paisaje desolador para alguien de la tercera edad, desde la manifestación de jubilados con que inicia el film hasta cuando decide internarse por decisión propia en un hospital con tal de evitar que la dueña de la casa lo desaloje.
Carlos Battisti en una de las actuaciones mas honestas del cine italiano
Manipulando nuestras emociones mas puras como si de una marioneta se tratase De Sica es capaz de hacernos pasar de la angustia a la alegría en un abrir y cerrar de ojos, fue así que con una lagrima en el corazón Vittorio De Sica dedico este film a la memoria de su padre.
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